Consejos para propietarios de embarcaciones recreativas
Durante el verano y el otoño del hemisferio norte (es decir, entre junio y noviembre, pero especialmente en agosto y setiembre), se presentan tormentas, huracanes y otros fenómenos naturales que suelen implicar serios riesgos personales y materiales.
Estos fenómenos suelen afectar zonas tropicales donde se practica la navegación: el denominado Atlántico Norte; que incluye el mar Caribe, el Golfo de México y la costa sureste de Estados Unidos; y la cuenca noreste del Pacífico, desde la costa de México a la costa sur de California.
Este año, por ejemplo, desde mediados de la tercera semana de setiembre la tormenta tropical Isaac provocó ráfagas de viento, aguaceros y tormentas eléctricas en el este de República Dominicana y Puerto Rico. También generó fuerte oleaje en la costa caribeña de Colombia, Venezuela, Trinidad y Tobago, Nicaragua y Panamá.
Aunque la mayor amenaza de la temporada ha sido, sin lugar a dudas, Florence. Este huracán golpeó la costa este de Estados Unidos durante la tercera semana de setiembre con vientos que alcanzaron una velocidad superior a los 225 kilómetros por hora y produjo inundaciones catastróficas.
Como en el caso de otras amenazas climatológicas, la clave para enfrentar tormentas y huracanes es tomar medidas que se anticipen a su aparición y minimicen los daños que pudieran causar. Los siguientes consejos pueden resultar muy útiles para los propietarios de embarcaciones recreativas que suelen practicar la navegación en las zonas tropicales del norte:
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Verificar el buen funcionamiento de los equipos de comunicación.
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Prestar atención diaria a los reportes meteorológicos.
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Dirigirse al puerto más seguro si se da la alerta de tormenta o huracán.
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Averiguar las rutas de evacuación más seguras y la ubicación de los refugios cercanos.
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Seguir las instrucciones de las autoridades en caso se decrete evacuar la zona.
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Elaborar un plan que permita amarrar la embarcación en un puerto o área segura.
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Si se deja la embarcación en una marina, pedir a los encargados de seguridad información sobre el amarre de la nave y otras acciones.
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Apagar el sistema eléctrico de la nave y cerrar bien tanto puertas como escotillas.
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Sellar los conductos de ventilación del motor y el tubo de escape para reducir la posibilidad de averías en el motor.
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Instalar tableros de defensa o poner neumáticos a los lados de la embarcación para protegerla de daños por el roce contra muelles u otros barcos.
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Retirar los elementos portátiles (velas, botes, etc.) y asegurar los que no se pueden retirar (palas, ruedas, etc.).
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Una vez que haya pasado la tormenta o el huracán, volver a la nave solo cuando las autoridades indiquen que no hay peligro.
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Tomar fotos si la embarcación resultó dañada.
El poder destructivo de los fenómenos naturales es enorme, pero la prevención es una estrategia que, mediante medidas como las descritas, permite salvaguardar vidas y evitar, o al menos reducir, los daños materiales que la fuerza de la naturaleza pudiera ocasionar.